Arquitectos chinos exploran la arquitectura arraigada de Bangolo

ruta Bangolo

 

El pasado 11 de junio tuvimos la oportunidad de compartir una jornada intensa y profundamente inspiradora con un grupo de 15 arquitectos chinos, procedentes de diversas universidades de su país, que vinieron a conocer cómo trabajamos en Bangolo Arquitectura. Su interés se centraba en entender de cerca una arquitectura arraigada en el territorio, conectada con las técnicas tradicionales, sostenible y consciente de su contexto social y ambiental.

Gracias a la arquitecta y amiga Xue Ying Wang –residente en Rabós y clave como guía académica y traductora durante toda la ruta– pudimos explicar no sólo qué hacemos, sino cómo lo hacemos y por qué lo hacemos así.

Una ruta entre piedras, sistemas invisibles y artesanía viva

La jornada empezó en el Castell de Vallgornera, un edificio patrimonial con una larga historia, donde hemos trabajado en una restauración respetuosa, que devuelve el uso y la dignidad a espacios como la gran sala noble, ahora ya terminada. France, anfitriona del castillo, recibió al grupo con su generosidad habitual y compartió su visión sobre la vida y el proyecto.

El segundo destino fue Can Buch, una masía rehabilitada como alojamiento rural ecológico. Allí, más allá de la arquitectura visible, pusimos el foco en los sistemas de soporte que a menudo quedan escondidos: la depuración biológica de las aguas, las soluciones de ventilación natural, las estrategias de ahorro energético. Es un proyecto que muestra cómo la eficiencia puede integrarse con naturalidad en la arquitectura tradicional.

Hicimos una parada técnica en Can Bolet, en Llorà, una casa que destaca por su singular fachada de mimbre tejido, una solución que combina expresión formal, protección solar y un diálogo material con el entorno inmediato. La visita generó muchas preguntas sobre técnicas constructivas, durabilidad y sistemas locales de trabajo.

El almuerzo tuvo lugar en El Roura Blanch, situado en una pequeña plaza empedrada en el centro del pueblo de Monells, rodeada de casas y masías de piedra vista que conservan el carácter original de la zona. El restaurante, especializado en cocina mediterránea tradicional y carnes a la brasa, ofreció un entorno ideal para tomar una pausa y continuar la conversación de forma distendida.

El cierre de la jornada tuvo lugar en la Casa de Barro, en La Pera, un proyecto del arquitecto Oriol Balliu, amigo y colaborador cercano, donde proyectamos imágenes y abrimos una conversación en torno a nuestra forma de entender la arquitectura: como práctica arraigada en el lugar, consciente de los recursos y profundamente humana.

Un intercambio generoso y rico en aprendizajes

Más allá del recorrido, la jornada destacó por el diálogo que se generó. Las preguntas de los visitantes eran precisas, inteligentes y llenas de respeto. Había un interés sincero por entender cómo se articula una arquitectura que recupera técnicas como la bóveda catalana —gran protagonista de muchas de nuestras obras— y que apuesta por materiales naturales, circuitos cortos y procesos participativos.

En un mundo cada vez más globalizado, encuentros como éste nos recuerdan el valor de lo local, de la transmisión directa del conocimiento, del contacto con la materia y con las personas que la habitan.

Agradecemos profundamente a todas las personas que hicieron posible esta jornada: a los anfitriones que nos abrieron las puertas con calidez, a Xue Ying por su trabajo y su compromiso, y al fotógrafo Antonio Navarro Wijkmark, que documentó la ruta con su sensibilidad habitual.

La arquitectura, como la cultura, también se construye con momentos compartidos como éste.